miércoles, 7 de agosto de 2019

Regreso (traumático) a la escuela primaria

Ni tristeza, ni enojo, sólo estupor, incredulidad por estar presente en un aula al momento en que un grupo de segundo grado resolvía un examen. El título del examen era: “Olimpiada invernal” y estaba encaminado a evaluar los conocimientos en todos los grados de la escuela primaria, mi papel era el de resignado “padre observador”, necesario testigo de la imparcialidad del sistema educativo público.

Qué sorpresa me he llevado! Qué rigidez! ¡Qué poca oportunidad existe para desarrollar la identidad individual en un grupo de primaria! Con qué pocos recursos se las arreglan los maestros para “modelar” al ser pequeño!

No faltaron los gritos, las manifestaciones del poder profesoral para acallar y suprimir las dudas y la incomprensión de palabras que incluía el examen (rígido, charol), para regañar al que pregunta si hay que subrayar con lápiz o con color rojo, para aquel que pregunta si puede ir al baño, para descartar a aquél que pregunta si la jirafa del cuento es macho o es hembra (¡vaya diferencia que habría en la comprensión del cuento entre una y otra posibilidad!).  

De parte de la maestra, fastidio disfrazado de resignada paciencia pedagógica, endulzando los tonos de voz de hartazgo con palabras dulces como “corazón” o “preciosa”, en una antagónica confrontación de actitudes hostiles y represoras con palabras comprensivas y empáticas, ¡pero si empatía es lo que falta en esta aula!

Ya entiendo porque Wittgenstein regresó a dar clases a una escuela rural, después de haber ascendido a tal altura intelectual ¡si es ahí es donde se podría cambiar las (futuras) mentes obtusas! Si es ahí donde se necesita imaginación! Si en esos años de maravillosa indisciplina de la mente en formación es en los cuales se puede inclinar el corazón de los chicos hacia amar la hermosura del Mundo!

Nuestro sistema de educación está cojo, manco y sordo (pero no mudo, ahí sí que grita), incapaz de promover que surjan todas nuestras posibilidades, en un entorno de disciplina, de rigor, de una sola voz y de una sola óptica (la del maestro) en una ambiente que impide contemplar las peculiaridades de los chicos, ¿cómo no vamos a ser incapaces, cuando somos adultos, de entender la complejidad del Universo cuando la voz del maestro todo lo aplana, lo simplifica, lo hace “digerible” al niño, apagando con el extintor de la pedagogía los fuegos de la curiosidad y vitalidad infantiles?

LA FELICIDAD EN TIEMPOS DEL TARDOCAPITALISMO


De vez en cuando surge, en conversaciones casuales o intencionadas, más de café que de fiesta, más de embriaguez que de sobriedad -como si fuese un fósil de tiempos antiguos- una curiosa palabrita, ya casi olvidada: la felicidad.

Y esto no se debe a que no la tomemos en cuenta, o a que no sepamos a qué se refiere, pero la felicidad parece ser tema de conversaciones profundas, como las que sostienen los enamorados proyectando su futuro, o los buenos amigos, generalmente en estado de penuria. El tema de la felicidad aparece en situaciones críticas, como cuando se rompe un lazo sentimental, cuando se toma una decisión fuerte (como dejar un trabajo o aceptar otro), cuando hay que cambiar, cuando hay que alejarse, cuando hay que desistir, cuando hay que arriesgarse, en suma, cuando hay que dar un giro de timón hacia algo, hacia el encuentro de un norte.

La felicidad plantea un horizonte, al que se aproxima esperanzado el viajero. El horizonte nunca se alcanza. La felicidad no se deriva del pasado, pertenece al futuro. La felicidad existe, sólo como felicidad futura. No decimos “¡qué bueno que fui feliz!”, porque no nos conforta lo ya pasado y porque expresar esto revelaría que ya no somos felices. Más bien pensamos: “¡cómo quisiera ser feliz!” Y por ello es la felicidad un concepto tan apasionante, porque el contexto en el que la mencionamos es siempre el de su ausencia, el de echarla en falta. La felicidad es invocada cuando advertimos que la estamos perdiendo como punto cardinal de nuestra brújula existencial.

Hace tiempo –no muchos años, en realidad- la felicidad estaba legítimamente asentada en entornos estables: la familia, la paz, el respeto, el trabajo, el honor, la fe. Actualmente, los contextos de la felicidad se han diluido –o más correctamente redefinido-: forman parte de una búsqueda personal de realización, de logros, de éxitos, de reconocimiento, pero a fin de cuentas, una búsqueda de tipo individual. En tiempos del tardocapitalismo, la búsqueda de la felicidad parece ser la tarea de un surfista tratando de sostenerse en las turbulentas olas de la incertidumbre y la complejidad.


En el Arte, la felicidad no es bien vista. Un artista feliz nunca ha sido interesante, una obra hecha en momentos de felicidad no nos permite ejercer la gran facultad que tenemos los modernos: compadecernos de alguien, empatizar con la tristeza, la angustia y el conflicto ajeno, es por ello que algunos de los artistas más célebres en la actualidad son Frida y Vincent Van Gogh. ¿Y qué hay de los artistas felices? No solamente no nos interesan, sino que incluso nos desagradan. Pensamos: "¿por qué tiene que restregarme este tipo su felicidad en la cara?" No interesa la felicidad ajena, sólo su desdicha.

A pesar de la dificultad para llegar a ella, la felicidad orienta nuestras vidas, mucho más en esta época que en cualquier otra. Tal vez la felicidad como tema de conversación aparece tan poco en nuestra vida “exterior” porque su presencia domina nuestra vida “interior”. Es nuestro secreto. No hay panorama de estabilidad, de seguridad, de certeza en esta ultramodernidad, pero existe una esperanza compartida por todos nosotros de llegar a la felicidad, la cual nos empuja a la aventura de vivir el día a día, de hacerlo con heroísmo, con el gusto del que se embarca en un viaje hacia lo desconocido -¡con suerte y encontramos a un igual! 

Tal vez Utopía no existe, pero ¿no es acaso excitante pensar que se está navegando hacia ella?

El desafío


Pertrechado de excusas salí a tu encuentro, presagiando tempestades temperamentales y desvíos  menstruales en nuestra próxima conversación, evadiendo mi responsabilidad viril de conducir palabras y ademanes hacia lo que ambos sabíamos que conducirían toda palabra y todo ademán, cualquier ingenioso ardid de rodear el inmisericorde, protuberante deseo. Fue así que saliendo de la estación subterránea, frente al café predestinado, apenas vi tu rostro complacido con la muchedumbre en tránsito, sonrisa de estatua viviente tras gafas oscuras, te ofrecí mis pretextos, todos ellos reunidos en un gran ramillete envuelto en sedal rojo ante tu mesa de metal bruñido, temblando, como si ofrendara ante una deidad complaciente, todopoderosa y tiránica.

Me observabas divertida, como si vieras una gota a punto de caer del grifo, y tras las gafas pude adivinar un guiño. Eres tú mi belleza, no otra -pensé-y tuya es mi pleitesía, mi único contacto posible contigo. Me hablabas como se habla a un niño y yo como siempre, respondía que no, que no lo sé, que no quiero. Sin dejar de sonreír me acariciabas la mano, tu voz aún mas suave,sin dudar que lo haría por ti.

Otra mañana, otra ingesta de humo, café y croissants.

miércoles, 13 de enero de 2010

La princesa y el sapo

Magnífica en su Mercedes SLK, apartando su flequillo en un gesto aparentemente inocente pero minuciosamente estudiado, añadiendo un poco más de belleza al cuadro completo, oculta su mirada por unas gafas Prada, perfecta en su juventud, la veo deslizarse a través de Villas del Mesón, casi flotando por el boulevar -palmeras, cesped recién podado- que me recuerda una imagen de otro país, casi otro planeta, ¿dónde?, si, Miami...parece como una imagen del cine, adorable, idolatrable, inalcanzable, como un icono medieval y vaya que si hubo iconoclastas también podemos haber iconofílicos... la veo desde mi pointer 98 HP y al dar la vuelta en la glorieta, de retorno a la ciudad, la rebaso sin mucho esfuerzo, tratando de captar una mínima atención, pero es inútil, no se apresura, ni siquiera parece verme, está más allá de pueriles competencias, es una unidad única mujer-máquina, indiferente al exterior, a los "otros"... conservo la delantera a través de la carretera de San Luis Potosí, de Juriquilla rumbo a Querétaro, la veo por el retrovisor, vamos al mismo ritmo y en ese equilibrio de velocidades pasamos por los pequeños altares en la cuneta, dedicados a los caídos en la más heroica de las acciones: cruzar la autopista de noche y sin pasos peatonales, y ahi estan, con flores de vez en vez, las cruces de metal que nos recuerdan los costos del progreso, las cuotas de la modernidad, en un espacio que une el campo y la ciudad en un mismo drama: mueren perros y personas en este camino metropolitano de alta velocidad. Llegamos por fin a la ciudad, ella aún detrás de mí, y el entorno gris y ruidoso de la zona industrial nos envuelve, ella se desvía por el Bernardo Quintana, yo sigo por la 5 de febrero, a mí el humo me sofoca, me invade, parece disolverme a mí y a mi coche en la misma polución gris urbana, y a pesar de todo, me siento feliz de llegar a mi charco.

viernes, 8 de enero de 2010

El hombre que quería bajar la panza


Y he aqui que tras las Natividades, tras haber rondado entre numerosas posadas y las despedidas, las visitas al Mercado de la Cruz, el menudo en los Cuatro vientos, los tamales de Arteaga, los chicharrones con cueritos de Vergara, las carnitas de Santa Rosa, las espléndidas saturaciones oleicas de Chon Grasa y las repetidas libaciones etílicas en cada morada y en cada festividad, el hombre aquél quería bajar la panza, para lo cual se le ocurrió seguir alguna de las dietas tan socorridas por las mujeres una semana antes de una boda. Pero nunca consideró que las mujeres ejecutan estas dietas como se acude ante un altar, con fé, con veneración, con rezos en los labios, sin necesariamente comer mejor o hacer más ejercicio, sino simplemente rogandole a las fuerzas de la naturaleza que restituyan la figura perdida, viéndose de perfil ante el espejo, sumiendo la panza y sacando el pecho, invocando un milagrito y propiciándolo tomando coca light, pidiendo nutrasweet o dejando de desayunar.
Casi sobra decir que la panza no bajó, pero lo que si sucedió es que este hombre obtuvo una gran enseñanza: comprendió "desde adentro" que la fe mueve montañas...o distorsiona los espejos.

Fundación mítica de Querétaro

...y afirman que la ciudad se fundó cuando llegó Kellog´s, pero más verdaderamente cuando llegó Liverpool y es más, dicen los chavos que cuandó llegó Starbuck´s...